dilluns, 7 d’octubre del 2019

Republicanismo socialista fraternal


A la revista Sin Permiso varen traduir a l'espanyol la meva darrera columna a La Directa:


Este verano he hecho una inmersión en los trabajos de Antoni Domènech, leyendo y releyendo El eclipse de la fraternidad (Akal, 2019) y también algunos de sus escritos y entrevistas publicados en un monográfico digital por sus compañeros de la revista Sin Permiso. Y realmente, valemucho la pena y creo que nos da muchas ideas para un programa y una lucha anticapitalista hoy. Aquí me centraré en uno de los muchos temas, seguramente lo más importante, que trató en su libro y también en otros artículos e intervenciones: la fraternidad como concepto central de la democracia republicana (desde los precedentes de la antigüedad griega y romana a, sobre todo, las revoluciones francesa y americana) y también del socialismo (tal como lo entendían Marx y Engels y algunos de sus seguidores, o algunos que se situaban en la tradición anarquista).

En contraposición a la teoría y la práctica de las monarquías (imperios, principados) absolutistas -y con los precedentes de lo que hicieron Efialtes y Pericles en Grecia-, las revoluciones francesa y americana, en grados y formas diferentes, y siguiendo Locke y Rousseau entre otros, consideran que el poder / la soberanía reside en el pueblo y que sus representantes políticos sólo son sus agentes que, siempre, deben estar disponibles y dar cuentas al pueblo, y que pueden ser revocados en cualquier momento por la voluntad del pueblo soberano. Es decir, el poder no puede ejercerse nunca arbitrariamente, sino que siempre está a las órdenes del pueblo, o sea el conjunto de los ciudadanos, que son los individuos libres e iguales, los que tienen la misma capacidad para realizar actos y negocios jurídicos, en definitiva que no dependen de nadie más para poder vivir.

La democracia republicana de la época moderna, post absolutista, intentó universalizar, con diferentes matices, la libertad republicana (respecto a lo que había sido en la antigüedad), ampliar el número de los ciudadanos libres e iguales, abolir la separación entre el pueblo y sus representantes que el estado burocrático moderno había heredado de las monarquías absolutistas. Se trataba de que nadie tuviera que pedir permiso a nadie para poder subsistir: en eso consistía la libertad republicana.

Robespierre y el ala popular de los jacobinos fueron un poco más lejos con su propuesta de la fraternidad (además de la libertad y la igualdad): querían liberar las clases populares subalternas (asalariados, esclavos de las colonias, también las mujeres) de la dominación / despotismo privado, patriarcal y patrimonial, a la que estaban sometidos tanto en la familia como en las empresas o en las relaciones entre propietarios y trabajadores. En el caso de la democracia fraternal republicana, que era más radical, se trataba, pues, de que los pobres que no eran libres (los esclavos) y los esclavos a tiempo parcial (los asalariados) se liberaran del despotismo privado patriarcal y / o patrimonial y pudieran acceder, con igualdad de derechos, a la vida civil como los que eran plenamente libres e iguales.

Una vez fracasada la II República francesa (1848) -llamada la república fraternal-, el movimiento obrero socialista de la I Internacional (la Asociación Internacional de Trabajadores) consideró que, en la era de la industrialización, se trataba ya de crear una sociedad civil republicana basada en un sistema de asociación de productores libres e iguales, de implementar un sistema de apropiación colectiva -en común, libre y igualitaria- de las bases materiales (los medios de producción) de existencia de los individuos, de todos los que vivían de su trabajo personal, hecho con sus propias manos. Marx, Engels, y también Bakunin, nos recuerda Domènech, conectaron este ideal socialista con la tradición revolucionaria del viejo ideal republicano democrático fraternal de Robespierre. Ya no bastaba al intentar hacer universal la libertad republicana a través de hacer universal la propiedad privada individual, había que ir más allá. La fraternidad es el hilo rojo que va desde la república democrática fraternal hasta el socialismo.
En la segunda mitad del siglo XIX, los socialistas tenían muy en cuenta que, por un lado, el importante desarrollo del modo de producción capitalista, al tiempo que la revolución industrial, era acumulativo y, también, expropiador ya que tendía a despojar a millones de personas de sus bases tradicionales de existencia social, las convertía en proletariado. Por otra parte, el estado moderno había sido la culminación del proceso secular de expropiación y monopolización pública de los medios privados de ejercicio de la violencia, física e ideológica. Finalmente, el desarrollo capitalista significaba un proceso acelerado de expropiación de los medios privados individuales para producir y, por tanto, suponía una creciente concentración y centralización de la propiedad de estos medios de producción: para los socialistas, esta tendencia histórica favorecería un nuevo modo de producción socialista, basado en la asociación republicana de productores libres e iguales que se apropiarían colectivamente de los medios de existencia social.

La I Internacional, heredera directa de la democracia fraternal republicana, propuso no esperar pasivamente la hipotética proletarización de las viejas capas populares, sino convertir la nueva clase obrera asalariada, surgida de la industrialización capitalista, en el núcleo activo -motor y organizador- del conjunto de las clases populares, que estaban afectadas negativamente por los procesos de expropiación y de desposesión del capitalismo, que les permitiera avanzar hacia el socialismo, hacia la democracia fraternal republicana radical.

Comparto la visión de Doménech que hoy (155 años después de la I Internacional) si algún socialismo anticapitalista sigue teniendo sentido y futuro, será el que sea capaz de actualizar el programa de la democracia fraternal republicana (y revolucionaria). Es decir, articular e implementar las luchas contra: primero, el despotismo de un estado cada vez más incontrolable por la ciudadanía; segundo, el despotismo de unos patrones (las empresas capitalistas modernas) incontrolables por los trabajadores, por los consumidores y por el conjunto de la ciudadanía; tercero, el despotismo doméstico / patriarcal (es decir, la potestad arbitraria del cabeza de familia -normalmente el hombre- sobre las mujeres y los niños); cuarto, la aparición de una economía tiránica (de los mercados oligopólicos multinacionales), basada en grandes poderes privados, que están por encima del orden civil del colectivo de los hombres libres e iguales, y que, por tanto, son capaces de desafiar a las repúblicas democráticas fraternales a la hora de determinar el interés público.




Republicanisme socialista fraternal


Ara fa unes setmanes a La Directa em publicaven la primera columna del nou curs:


Republicanisme socialista fraternal


Aquest estiu he fet una immersió en els treballs d’Antoni Domènech, llegint i rellegint El eclipse de la fraternidad i també alguns dels seus escrits i entrevistes publicats en un monogràfic digital pels seus companys de la revista Sin Permiso. I realment, paga molt la pena i crec que ens dóna moltes idees per a un programa i una lluita anticapitalista avui. Aquí em centraré en un dels molts temes, segurament el més important, que va tractar en el seu llibre i també en altres articles i intervencions: la fraternitat com a concepte central de la democràcia republicana (des dels precedents de l’antiguitat grega i romana a, sobretot, les revolucions francesa i americana) i també del socialisme (tal com l’entenien Marx i Engels i alguns dels seus seguidors, o alguns que se situaven en la tradició anarquista).

En contraposició a la teoria i la pràctica de les monarquies (imperis, principats) absolutistes -i amb els precedents del que varen fer Efialtes i Pericles a Grècia-, les revolucions francesa i americana, en graus i maneres diferents, i seguint Locke i Rousseau entre altres, consideren que el poder/la sobirania resideix en el poble i que els seus representants polítics només són els seus agents que, sempre, han d’estar disponibles i donar comptes al poble, i que poden ser revocats en qualsevol moment per la voluntat del poble sobirà. És a dir, el poder no es pot exercir mai arbitràriament, sinó que sempre està a les ordres del poble, o sigui el conjunt dels ciutadans, que són els individus lliures i iguals, els que tenen la mateixa capacitat per realitzar actes i negocis jurídics, en definitiva que no depenen de ningú més per poder viure.
La democràcia republicana de l’època moderna, post absolutista, va intentar universalitzar, amb diferents matisos, la llibertat republicana (respecte al que havia estat a l’antiguitat), ampliar el nombre dels ciutadans lliures i iguals, abolir la separació entre el poble i els seus representants que l’estat burocràtic modern havia heretat de les monarquies absolutistes. Es tractava que ningú hagués de demanar permís a ningú altre per poder subsistir: en això consistia la llibertat republicana.
Robespierre i l’ala popular dels jacobins varen anar una mica més lluny amb la seva proposta de la fraternitat (a més de la llibertat i la igualtat): volien alliberar les classes populars subalternes (assalariats, esclaus de les colònies, també les dones) de la dominació/despotisme privat, patriarcal i patrimonial, a la que estaven sotmesos tant a la família com a les empreses o en les relacions entre propietaris i treballadors. En el cas de la democràcia fraternal republicana, que era més radical, es tractava, doncs, que els pobres que no eren lliures (els esclaus) i els esclaus a temps parcial (els assalariats) s’alliberessin del despotisme privat patriarcal i/o patrimonial i poguessin accedir, amb igualtat de drets, a la vida civil com els que eren plenament lliures i iguals.

Un cop fracassada la II República francesa (1848) -anomenada la república fraternal-, el moviment obrer socialista de la I Internacional (l’Associació Internacional de Treballadors) va considerar que, a l’era de la industrialització, es tractava ja de crear una societat civil republicana basada en un sistema d’associació de productors lliures i iguals, d’implementar un sistema d’apropiació col·lectiva -en comú, lliure i igualitària- de les bases materials (els mitjans de producció) d’existència dels individus, de tots els que vivien del seu treball personal, fet amb les seves pròpies mans. Marx, Engels, i també Bakunin, ens recorda Domènech, varen connectar aquest ideal socialista amb la tradició revolucionària del vell ideal republicà democràtic fraternal de Robespierre. Ja no n’hi havia prou en intentar fer universal la llibertat republicana a través de fer universal la propietat privada individual, calia anar més enllà. La fraternitat és el fil roig que va des de la república democràtica fraternal fins al socialisme.

A la segona meitat del segle XIX, els socialistes tenien molt en compte que, d’una banda, l’important desenvolupament del mode de producció capitalista, al mateix temps que la revolució industrial, era acumulatiu i, també, expropiador ja que tendia a desposseir milions de persones de les seves bases tradicionals d’existència social, les convertia en proletariat. D’altra banda, l’estat modern havia estat la culminació del procés secular d’expropiació i monopolització pública dels mitjans privats d’exercici de la violència, física i ideològica. Finalment, el desenvolupament capitalista significava un procés accelerat d’expropiació dels mitjans privats individuals per produir i, per tant, suposava una creixent concentració i centralització de la propietat d’aquests mitjans de producció: pels socialistes, aquesta tendència històrica afavoriria un nou mode de producció socialista, basat en l’associació republicana de productors lliures i iguals que s’apropiarien col·lectivament dels mitjans d’existència social.
La I Internacional, hereva directa de la democràcia fraternal republicana, va proposar no esperar passivament la hipotètica proletarització de les velles capes populars, sinó convertir la nova classe obrera assalariada, sorgida de la industrialització capitalista, en el nucli actiu -motor i organitzador- del conjunt de les classes populars, que estaven afectades negativament pels processos d’expropiació i de despossessió del capitalisme, que els hi permetés avançar cap al socialisme, cap a la democràcia fraternal republicana radical.

Comparteixo la visió de Doménech que avui (155 anys després de la I Internacional) si algun socialisme anticapitalista continua tenint sentit i futur, serà el que sigui capaç d’actualitzar el programa de la democràcia fraternal republicana (i revolucionària). És a dir, articular i implementar les lluites contra: primer, el despotisme d’un estat cada cop més incontrolable per la ciutadania; segon, el despotisme d’uns patrons (les empreses capitalistes modernes) incontrolables pels treballadors, pels consumidors i pel conjunt de la ciutadania; tercer, el despotisme domèstic/patriarcal (és a dir, la potestat arbitrària del cap de família -normalment l’home- sobre les dones i els nens); quart, l’aparició d’una economia tirànica (dels mercats oligopolistes multinacionals), basada en grans poders privats, que estan per sobre de l’ordre civil del col·lectiu dels homes lliures i iguals, i que, per tant, són capaços de desafiar a les repúbliques democràtiques fraternals a l’hora de determinar l’interès públic.

Pressupost


Avui fa un mes just a El Punt Avui em publicaven aquest article:


Tribuna

Pressupost

El vicepresident i conseller d’Economia i Finances i els diferents partits comencen a parlar del pressupost de la Generalitat del 2020. Després de dues pròrrogues del pressupost del 2017: la del 2018, en el marc de l’aplicació nua i crua de l’article 155 de la CE; la del 2019, en un marc d’article 155 “tou” i amb la incapacitat del “govern efectiu” d’arribar a acords per aprovar un nou pressupost.

Es poden recordar els aspectes que dificulten el finançament de la Generalitat i les possibilitats d’elaborar un pressupost, exclusivament “autonòmic”, el més adequat possible: dèficit fiscal continuat i històric; incompliments continuats de les inversions estatals, perquè són molt inferiors a les que pertocarien i pel no compliment de les pressupostades; no compliment del sistema de finançament autonòmic previst a l’Estatut, també el “retallat”, i no revisió del sistema de finançament autonòmic; intervenció financera de la Generalitat, que comença el 2012 amb la ley orgánica de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financera, concretant l’article 135 de la CE després de la seva reforma (2011), i amb l’endegament del FLA (fons de liquiditat autonòmica) com a forma principal de finançament de les comunitats autònomes; intervenció que s’agreuja amb l’aplicació de l’article 155 de la CE i que continua amb l’aplicació d’un 155 no oficial, “tou”; finalment, els recursos dels governs espanyols i les sentències desfavorables del TC respecte a una sèrie d’impostos o taxes propis de la Generalitat per obtenir més recursos financers.

Ara bé, aquestes dificultats no poden ser excusa perquè el “govern efectiu” no presenti el pressupost (que serà més o menys “autonòmic” evidentment) millor possible i n’aconsegueixi l’aprovació. Per aprovar-lo només té, crec, tres opcions. Un pressupost social liberal podria, probablement, ser aprovat amb el PSC però hi veig dos inconvenients: exigiria que JxC i ERC renunciessin a qüestions bàsiques relatives a l’autodeterminació i la República; dependria dels interessos conjunturals del PSOE a Madrid. Per aprovar-lo amb els comuns caldria que el pressupost tingués un perfil més socialdemòcrata (i no sabem quins condicionants tindria d’Unides Podem). Finalment, per aprovar-lo amb la CUP el pressupost hauria de tenir, sens dubte, alguns elements importants i significatius de caràcter anticapitalista.

Tant en el cas de la CUP com dels Comuns (almenys en part), es requeriria que el govern estigués disposat a enfrontar-se a les elits (l’1% dels més rics), a plantar-los cara, tant actuant sobre alguns impostos directes que les afectessin realment com, per exemple, posant fi a les subvencions a escoles segregades, no rescatant inversions com ara les de Barcelona World, posant fi a subvencions abusives a alguns grans grups mediàtics, tirant enrere en l’anomenada “llei Aragonès”... Ni els governs de CiU ni els de JxSí van voler recórrer aquest camí. Tinc molts dubtes que l’actual “govern efectiu” ho vulgui fer.

La crisi del comerç internacional


Ja fa un cert temps (el 3 d'agost de 2019), a El PuntAvui em publicaven aquest article:


Tot i que encara té defensors, sembla que la crisi de la globalització neoliberal s’està aprofundint. De fet, la globalització actual, com ha estat assenyalat, no és un fenomen totalment nou, sinó una nova mundialització de l’economia un cop es decideix posar fi al control dels moviments de capitals per part dels governs que es preveia en el sistema monetari internacional de Bretton Woods. Això havia estat un element fonamental en la reforma del capitalisme que s’havia intentat després de la II Guerra Mundial. D’altra banda, el neoliberalisme és un terme equívoc perquè dona a entendre que l’estat s’ha retirat de l’economia, quan en realitat no ho ha fet, com s’ha demostrat a bastament en les actuacions fetes davant la gran crisi de 2008/09
.
Un senyal principal de l’actual empitjorament de la crisi és la caiguda del ritme de creixement del comerç internacional. Així, en el moment àlgid de l’anomenada “globalització neoliberal” el comerç global creixia a un ritme de quasi el 8% anual, el doble del creixement del PIB, a conseqüència de l’expansió de les cadenes d’oferta/de valor globals (CVG) que havien estat transformant la producció en un procés integrat transnacional. En canvi, en el darrer any el comerç global amb prou feines ha crescut un 2,6% anual, segons l’Organització Mundial del Comerç, al mateix ritme que el creixement previst del PIB.

Alguns diuen que això és una conseqüència del proteccionisme de Trump (i d’altres) i de les guerres comercials, especialment entre els EUA i la Xina. Tanmateix, alguns treballs del Banc de Pagaments Internacionals-BPI (Bank of International Settlements-BIS) assenyalen que entre el 2000 i el 2008 hi havia una activitat frenètica en les CVG, especialment entre els EUA i la Xina, que van fer créixer les exportacions mundials respecte al PIB un 16% anual acumulatiu. En canvi, tot i una certa recuperació de les exportacions després del moment més greu de la crisi, el seu creixement no ha tornat a acostar-se, ni de lluny, als nivells d’abans del 2008.

Amb les facilitats ofertes pel sistema financer, que van donar lloc a un veritable boom del crèdit, abans de la crisi les empreses no tenien dificultats per finançar la seva activitat i el comerç internacional. Però amb la crisi, també financera, això s’acaba. Els bancs (els oficials i els shadow) ja no donen crèdits tan fàcilment, i no van patir simplement les seves pròpies bombolles especulatives, sinó que van afectar també la producció i el comerç internacional. Sembla que la bombolla del crèdit d’abans de la crisi que va donar lloc a un boom dels preus immobiliaris, també va produir una bombolla en les CVG i en el comerç internacional. Un cop aquesta bombolla ha explotat sembla difícil esperar, almenys a curt termini, que el creixement del comerç esmentat torni als nivells que hi havia abans de la crisi.